DESCUBRE PLA DE MALLORCA
Quiénes somos
La Mancomunidad Pla de Mallorca, como organismo público, nació el 1982 con el objetivo de coordinar el tratamiento de los residuos sólidos de todos los municipios de la comarca. Con el tiempo, la entidad ha evolucionado y ha ampliado sus objetivos con el fin de facilitar la gestión de los ayuntamientos en determinadas áreas como son la recogida de residuos urbanos, servicios sociales, educación de adultos o el servicio de promoción económica, y así mejorar la calidad de vida de los habitantes de la comarca.
Los catorce municipios del centro de Mallorca que conforman la Mancomunidad tienen unas características parecidas. Algaida, Ariany, Costitx, Lloret de Vistalegre, Llubí, Maria de la Salut, Montuïri, Petra, Porreres, San Juan, Santa Eugènia, Sencelles, Sineu y Vilafranca de Bonany, son poblaciones que tradicionalmente habían tenido economías principalmente agrarias, donde todavía se conservan las raíces propias de Mallorca, tanto de cariz folclórico, cultural, gastronómico y paisajístico.
Esta riqueza patrimonial del Pla, su arquitectura, cultura, tradiciones, su paisaje, sus gentes, restan todavía desconocidos. Para lo cual se ha procedido al desarrollo de la marca «Pla de Mallorca», que favorezca una comunicación global para posar en valor nuestros recursos y maximizar el atractivo de nuestros pueblos y sectores productivos, con el objetivo prioritario de atraer inversiones, generar riqueza y ocupación y propiciar el desarrollo económico y social de nuestros municipios desde varios puntos de vista.
La finalidad de la marca se tiene que enmarcar entre un conjunto de acciones encaminadas a la potenciación de la marca institucional y turística, denominativa y gráfica del «Pla de Mallorca» como un signo distintivo de calidad.
La zona del Pla de Mallorca se encuentra conformada por catorce municipios (Algaida, Ariany, Costitx, Lloret de Vistalegre, Llubí, Maria de la Salut, Montuïri, Petra, Porreres, Santa Eugènia, Sant Joan, Sencelles, Sineu y Vilafranca de Bonany) que se cohesionan y se unen por la acción, sobre todo, de dos factores comunes fuertemente marcados: la geomorfología y la agricultura.
La comarca del Pla ocupa la zona central de Mallorca, en la depresión situada entre las alineaciones montañosas de la Serra de Tramontana y la Serra de Llevant. La geomorfología modela un paisaje que, a pesar del nombre de la comarca, no es precisamente llano. Por el contrario, hay que destacar una elevación en el terreno, con la existencia de diferentes montes que ofrecen unas panorámicas espectaculares sobre la comarca, como es el caso del Puig de Randa. Además, algunos de ellos se encuentran protegidos por la ley de Áreas Naturales y de Especial Interés, como por ejemplo el Puig de Bonany.
El otro factor común es el de la dedicación a la agricultura. En el Pla, los cultivos dominantes son los cereales, los árboles frutales no cítricos y los forrajes. A pesar de que la agricultura ha experimentado una gran recesión, en las tierras del Pla de Mallorca podemos encontrar una remarcable cantidad de posesiones.
Geografía
La comarca del Pla abarca los municipios de la depresión central de Mallorca, ocupando alrededor de 600 km2, un 21,56% de la superficie de la isla. La parte más céntrica presenta una notable complejidad geológica, con terrenos plegados de diferentes edades y litologías, montes (cerros) y valles. La gran mayoría de las tierras de la zona oscilan entre los 50 y los 150 metros de altitud, mientras que la altura de los montes no suele sobrepasar los 300 metros. La cumbre más alta de la comarca es el Puig de Randa, con 548 metros de altura.
En cuanto a la hidrología del Pla, la comarca se encuentra envuelta por varios torrentes y afluentes que desembocan hacia la Bahía de Alcúdia (torrentes de Son Bauló, de Son Real, de na Borges), hacia la Albufera de Alcúdia (torrentes de Muro, de San Miquel), hacia la Bahía de Palma (mediante el torrente Punxuat– barranco de Sa Talaia, del vallando de Son Vado y otros), o hacia la depresión de Campos (una serie de cursos que abocan al torrente de Son Barbut, afluente del torrente de Son Xorc). Además, hay dos acuíferos subterráneos importantes: el de la plana Sa Pobla – Muro (que logra la comarca del Raiguer y la parte septentrional del Pla de Mallorca), y el de Sa Marineta (a la parte sud-oriental de la Bahía de Alcúdia, de dificultosa explotación humana ya qué se saliniza fácilmente).
Clima
El clima es el típico mediterráneo, con un periodo seco y caluroso en verano, y los inviernos fríos y húmedos. Las lluvias se manifiestan sobre todo en otoño, al igual que en el resto de Mallorca. No obstante, se dan algunas características específicas del Pla: la oscilación térmica es notoria puesto que la disposición interior de la comarca disminuye los efectos moderadores del mar. Son comunes las nieblas y se pueden producir precipitaciones muy intensas (como en otros puntos de la isla) que pueden superar los 200l en unas pocas horas.
Vegetación
La sequía del verano en las tierras del Pla hace que las plantas de hoja tierna difícilmente puedan vivir. Las comunidades típicas de la zona y que configuran su paisaje natural son el encinar y la garriga o ullastrar.
Podemos destacar algunos espacios donde se arrincona la vegetación natural del Pla: los montes de Randa, de Son Seguí, de Bonany, de San Miquel y de Sant Nofre, y también, en la Comuna de Lloret o la zona de na Borges. Todas estas áreas tienen un gran valor naturalístico y se encuentran protegidas por la Ley de Espacios Naturales que los cataloga como Áreas Naturales de Especial Interés (ANEI).
Población
Si bien es cierto que la comarca del Pla es una de las zonas menos pobladas de Mallorca, los datos demográficos demuestran un pequeño crecimiento poblacional a lo largo de los últimos años. Según los datos recogidos por el Instituto de Estadística de las Islas Baleares, la población del Pla ha pasado de los 28.000 habitantes, aproximadamente, al año 1996, alrededor de los 37.618 habitantes que se contabilizaron el 2017.
En cierto modo, la población ha crecido gracias a la llegada de gente otras comunidades autónomas de España o, incluso, otros países. Además, las cifras demográficas se han visto incrementadas por la tendencia, sobre todo de los últimos años, de huir de las ciudades para buscar una mayor tranquilidad y calidad de vida.
Patrimonio
La presencia de pobladores desde el II milenio a.C. hace que el Pla tenga gran cantidad de yacimientos arqueológicos de diferentes épocas. Los talaiots son la principal manifestación material de la zona y de los cuales hay que destacar el poblado talayótico de Son Fornés (Montuïri), y el Santuario de Son Corró de Costitx (donde se encontraron los Caps de Bou (cabezas de buey de bronce).
En las tierras del Pla de Mallorca también podemos encontrar una remarcable cantidad de restos arquitectónicos que han tenido su importancia a lo largo de la historia. El máximo exponente y muestra inequívoca de explotación agrícola son las posesiones, fincas donde se desarrollaban todas las tareas relacionadas con la agricultura y la ganadería. A pesar de que en la actualidad muy pocas mantienen la actividad de explotación de sus recursos, las casas de posesión son joyas de la Mallorca rural que hay que conservar. Podemos destacar, entre otras muchas, Albenya (Algaida), Defla (Sineu), Sant Martí d'Alanzell (Vilafranca de Bonany), Sa Bastida (Sant Juan), Son Joan Arnau (Lloret de Vistalegre) o Tagamanent (Montuïri). Además, en los pueblos del Pla podemos encontrar otras muchas construcciones relacionadas con la explotación agraria y su actividad económica principal hasta hace unos años: los molinos harineros, pozos, norias, aljibes, etc.
En cuanto a la arquitectura de las villas del Pla, tenemos que remarcar la importancia de los templos parroquiales. La Iglesia, además de conformar uno de los principales elementos de influencia sobre las tradiciones populares y la vida sociocultural de los pueblos del Pla (muchas de las fiestas tienen su origen en la religión), también ha estado determinando en la evolución arquitectónica de estos núcleos. La iglesia parroquial se constituye como el edificio más importante de cada uno de los municipios por su valor histórico y artístico y, en algunos casos, como la de Sineu, la de Petra o la de Porreres, destacan por su antigüedad.
La mayoría de los pequeños núcleos de población del Pla crecieron a la sombra de estas edificaciones. Aparte de las iglesias hay otras muchas construcciones que nos recuerdan permanentemente la gran importancia que ha tenido la religión y la devoción: cruces de término, vicarías, conventos, santuarios, ermitas, etc.
Historia
La zona del Pla de Mallorca cuenta con la presencia de pobladores desde el II milenio a.C. La organización territorial musulmana separaba la ciudad (única en toda la isla, MadinaMayurqa) y la ruralia. El campo estaba agrupado y había cinco concentraciones de población calificados como cascos urbanos (el único de estos núcleos que se encuentra dentro del actual Pla de Mallorca, es el de Yiynau, actualmente Sineu). El resto de la ruralia presentaba una población dispersa que habitaba los centros de explotación, es decir, las alquerías y los cobertizos. El territorio se dividía en trece distritos o juz y la actual comarca del Pla participaba, parcialmente, de los antiguos distritos de Murûh (Maria y Llubí) Canarrossa (Santa Eugènia, Sencelles y Costitx) y Muntuy (Montuïri y Algaida), además del de Yiynau-Bitra (Sineu-Petra), totalmente integrado dentro de la comarca.
Con la conquista de 1229, los cristianos conservaron la dualidad ciudad-campo en la organización territorial de Mallorca, pero prescindieron de la división en distritos. Inicialmente, la ruralia cristiana se organizó en torno a las pequeñas iglesias (esglesioles) que se erigieron desde el primer momento de la conquista. Dentro del Pla de Mallorca se hicieron cuatro de estas esglesioles: Santa Maria de Sineu, San Pere de Petra, Santa Maria y Sant Pere de Montuïri y Sant Pere de Sencelles.
El rey Jaime II, en 1300, promulgó las Ordinacions (organización civil del territorio) y se dió paso a la fundación de once nuevas villas. Así, en los núcleos preexistentes de Sineu, Montuïri y Sencelles, se añadieron las villas de Petra, Sant Joan, Porreres y Algaida.
Por su parte, en 1315, el rey Sanç de Mallorca impulsó la organización autónoma del campo frente a la ciudad, otorgando a las villas un tercio en la representación a la asamblea del Reino de Mallorca o del Grande y General Consejo.
La división comarcal de la época cristiana, probablemente fecha del tiempo de Pedro el Ceremonioso, momento de madurez de la organización supramunicipal del campo mallorquín con el Sindicat de Fora. Aparte de la ciudad, las villas se agruparon en dos grandes áreas: el Pla y la Montaña. Así, el Pla comprendía los términos de Sineu (con Lloret), Algaida, Porreres, Montuïri, San Juan, Petra (con Vilafranca y Ariany), Muro (con Llubí), Santa Margalida (con Maria de la Salut), Artà (con Capdepera y Son Servera), Manacor (con Sant Llorenç des Cardassar), Felanitx, Santanyí (con Sus Salinas), Campos y Llucmajor.
Esta división perduró, según se extrae de los libros de recaudación fiscal, hasta muy entrado el siglo XIX. El Sindicato podía imponer contribuciones para su propio mantenimiento y, además, recaudaba a la ruralia los impuestos del Reino y los servicios prestados a la Corona.
Ya en aquellos momentos se evidencian dos realidades socio-económicas. Por un lado, el área de montaña y de pie de montaña se especializó en una economía basada en la producción de aceite, organizada en torno al centro mercantil de Inca que abría su mercado cada jueves y, por otro lado, la economía de los cereales, predominante en el Pla y centrada mercantilmente en Sineu, donde se celebraba mercado cada miércoles.
Esta dualidad se refleja institucionalmente; así el Consejo de la Parte Foránea se reunía en años alternos en la parroquia de Inca y en el palacio de Sineu. Se respetaba el equilibrio a la hora de elegir la máxima representación de la parte foránea que ostentaban los dos llamados Síndics Clavaris (uno de la Montaña y uno del Pla).
La Revolta dels Forans (Revuelta de los Foráneos) (1450-1453) y la Germania (1521-1523), ambas luchas motivadas por los mismos problemas, separaron esta Mallorca rural de la que se conformó en las épocas moderna y contemporánea. Después de este fenómeno, la propiedad campesina pasó mayoritariamente en manos de ciudadanos.
En los siglos XVII y XVIII los pueblos de la comarca del Pla, al igual que el conjunto del campesinado, se veían amenazados por la crisis de subsistencia, con malas añadas, aumentos de mortalidad y bandolerismo promovido por el descontento social. El Sindicat de Fora acabó solo como simple aparato de recaudación fiscal mantenido por Borbones incluso después de la supresión de las instituciones tradicionales del Reino.
Dentro de la pobreza generalizada, al Pla le correspondió el papel de proveedor de productos de primera necesidad. Así, tierras como las de Petra, Sineu, Sant Juan o Montuïri se constituyeron como la zona de mayor producción de trigo, complementada con viñas, higuerales y ganadería porcina y ovina.
En el siglo XIX y la primera mitad del XX, los municipios del Pla continuaban proveyendo los productos agrícolas básicos. Únicamente la villa de Porreres y su término constituirá una excepción: con la sorprendente abundancia, ya en el siglo XVIII, de telas de lino que se mantienen en producción, Porreres casi igualaba en población en Sineu. Pero en la segunda mitad del siglo XVIII y en el XIX, Porreres participó en el despliegue de la viticultura y la fabricación de aguardiente, llegando a convertirse, a finales del siglo XIX, en la villa más poblada del Pla.
En el siglo XX, el turismo, la industria del ocio y las actividades directamente relacionadas con ésta, alcanzaron la economía de la isla, para gran beneficio de las zonas costeras, dejando así al aparato productivo tradicional de los pueblos del interior empobrecido y obsoleto.
Actualmente, y desde hace ya unos años, el turismo de interior ha hecho revivir la ruralia de Mallorca. En este sentido, el Pla ha aprovechado su fisonomía, casi intacta, sus tradiciones y las últimas imágenes de la vida campesina que todavía se encuentran a sus comarcas, desarrollando así un gran atractivo turístico.